Declarar la emergencia climática para actuar ya

Publicado en Contrainformación el 16 de mayo del 2019

Esta semana, Cataluña ha declarado el estado de emergencia climática. Tan solo unos días antes lo hacían el parlamento británico, el parlamento de Irlanda o el gobierno de Escocia. Más Madrid ya ha anunciado que será una de sus primeras decisiones si llega al frente del gobierno de la Comunidad de Madrid.

La declaración del estado de emergencia climática es una de las exigencias de la Juventud por el Clima y Extintion Rebellion. El objetivo de estos movimientos es que se escuchen de una vez las advertencias desesperadas de la comunidad científica y que las instituciones adopten ya medidas drásticas y sin precedentes contra el cambio climático. Tras varios meses de protestas como el 15M Climático, la ola verde de activistas como Greta Thunberg sigue expandiéndose por Europa y por fin empieza a ser escuchada.

La declaración del estado de emergencia climática en Cataluña es muy buena noticia y es el momento de que el Gobierno de España, el resto de comunidades autónomas y cada municipio de nuestro país también lo hagan. Pero es muy importante que esto no se quede en una mera declaración de intenciones, sino que debe tratarse de un reconocimiento de la gravedad de la situación que conlleve acciones políticas drásticas e inmediatas. De nada sirve declarar el estado de emergencia climática en Cataluña mientras la Ley Catalana de Cambio Climático siga siendo papel mojado. De nada servirá declararlo en España si seguimos sin una Ley de Cambio Climático a nivel estatal. No obstante, reconocer la realidad puede y debe ser un punto de inflexión.

Y la realidad es que el tren desenfrenado de nuestro sistema socioeconómico insostenible se ha saltado ya los límites físicos y ecológicos del planeta. Que hemos estado ignorando la gravedad del problema por demasiadas décadas y que ya no es posible eludirlo ni un minuto más. La realidad es que ya sufrimos las consecuencias en forma de muertes por contaminación, olas de calor, incendios forestales, migraciones forzadas, escasez de recursos hídricos, agricultores arruinados por temporales, aumento de las desigualdades y pérdida de oportunidades económicas. La realidad es que pese a los esfuerzos de las ciudades del cambio, seguimos sin las medidas urgentes y estructurales que requiere esta crisis climática que sigue agudizándose. Y la realidad es que nos quedan tan solo 10 años para llevar a cabo cambios sin precedentes históricos en nuestro sistema económico y social.

Reconocer la gravedad de la situación declarando el estado de emergencia climática es el primer paso para que, inmediatamente después, todas las instituciones y actores políticos, económicos y sociales se impliquen urgente y colectivamente para abordar la crisis climática. Con leyes de cambio climático y planes de transición ecológica justa a todos los niveles institucionales, desde lo local a lo europeo, que nos permitan reducir más de un 55% nuestras emisiones de CO2 antes de 2030 como pide el Parlamento Europeo. Con vice-presidencias de transición ecológica en todos los niveles institucionales para llevar a cabo esta gran transformación de forma transversal. Para todo ello, Los Verdes europeos ya hemos propuesto 10 acciones urgentes para salvar el clima.

Entre otras cosas, necesitamos una transición energética rápida y potente. Además de una reducción sustancial de la demanda energética final, se traduce por el cierre de las centrales de carbón y nucleares para 2025 en España, el fin de las subvenciones a las energías sucias fósiles y un sistema eléctrico 100% renovable en 2030. Además, es urgente una revolución de la movilidad a favor de la salud y del clima. Antes de 2030, España tiene que abandonar los coches con motor de combustión. Eso será posible dentro de una movilidad innovadora y eléctrica, que reduzca de forma drástica el número de coches individuales y apueste por el transporte público, el coche compartido, la bici y unas ciudades a escala humana. También es necesario reducir el tráfico aéreo mientras apostamos por una gran red ferroviaria española y europea para pasajeros y mercancías. Y, por supuesto, debemos acabar con el modelo agroalimentario low-cost que destruye el clima y convierte a España en el estercolero de Europa. Es hora de apostar por nuestra dieta mediterránea con un modelo agroecológico que ponga en el centro al campesinado respetando el clima, nuestra salud y a los animales.

Además de estos objetivos concretos de sentido común, es también necesario un profundo cambio sistémico. Ya que es imposible crecer de forma infinita en un planeta finito y que la era del crecimiento ya ha terminado, construyamos una nueva prosperidad económica capaz de satisfacer las necesidades de todas las personas respetando los límites ecológicos del planeta. Esto solo será posible a través de una transición ecológica que no deje a nadie atrás, que ponga en el centro a las personas atrapadas en el viejo mundo fósil, ya sea las que dependen del coche privado para ir a trabajar o las comunidades de las cuencas mineras, haciéndolas beneficiarias de las oportunidades del nuevo mundo de la sostenibilidad.

Para lograrlo, necesitamos que la ola verde de movilizaciones por el clima siga creciendo y se mantenga en el tiempo. Es el momento de implicar a cada vez más gente en esta lucha transversal: jóvenes, personas mayores, organizaciones ecologistas, feministas y sociales, sindicatos, organizaciones de consumidores, cooperativas, pequeñas y medianas empresas, etc. Esta presión social será imprescindible para que la agenda política no se desvíe hacia debates superficiales que nos alejen de lo realmente importante, que es superar con éxito el gran reto de nuestra generación: el cambio climático.


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