Entrevista publicada en Energías Renovables el 27 de marzo del 2020
Pese al impacto que está teniendo el coronavirus, hay otra pandemia aún más mortal y peligrosa: el cambio climático. Lo advierte Naciones Unidas. ¿Corremos el riesgo de retroceder en el camino de la descarbonización por culpa del COVID-19?
No podemos permitir que tras la crisis se intente volver a la normalidad totalmente insostenible de antes de la crisis. Además con más ímpetu, atacando de paso las iniciativas climáticas actuales. Sería arruinar las pocas probabilidades que tenemos de dar una respuesta correcta a la emergencia climática, que es mucho más peligrosa que la emergencia sanitaria. La terrible crisis del coronavirus tiene que ser, al revés, un punto de inflexión para repensar nuestro modelo socio-económico y acelerar la transición ecológica y justa. Ahora que hemos aprendido mucho de las consecuencias de no escuchar las evidencias científicas en el caso del COVID-19, apliquemos las lecciones para no cometer los mismos errores con el cambio climático.
La comunidad científica afirma que apenas nos queda una década para evitar los peores escenarios del calentamiento global. Sin embargo, el avance en reducción de gases invernadero sigue siendo inferior al necesario. ¿Por qué cree que sigue habiendo personas que viven el cambio climático como algo que no les incumbe?
Los efectos del cambio climático no se perciben como tan inmediatos y cercanos como pasa con el coronavirus. Así, seguimos pensando que no hay tanta urgencia. Es fundamental y prioritario romper esta distancia emocional y comunicar claramente que el cambio climático ya está teniendo impactos en nuestra vida diaria: en nuestra salud, calidad de vida, empleos, economía, costumbres y tradiciones. Y que si reaccionamos demasiado tarde, nos costará sudor y lágrimas controlar sus enormes efectos directos negativos. Al igual que nos está pasando ahora con el COVID-19: cuanto más tarde actuamos, más dura es la caída y la recuperación. Ahora que hemos vivido en carne propia los efectos de procrastinar, actuemos ya en base a la ciencia y con mucha más ambición contra el cambio climático. Es una cuestión de supervivencia civilizada de nuestras sociedades.