«Hay que jubilar el Estado-Nación»

Versión completa de la entrevista a Florent Marcellesi realizada por Diagonal para su nº183.

Diagonal: ¿Cuál es su valoración general de lo que representan estas elecciones para Euskal Herria y para el Estado?

Florent Marcellesi: En primer lugar, son elecciones donde estarán presentes todas las fuerzas políticas y, además, sin la amenaza de ETA. Desde el ecopacifismo, celebramos ambas cosas aunque todavía quedan muchos años para que el trabajo de memoria, de justicia y de reparación se pueda llevar a cabo y engendrar una convivencia pacífica de la sociedad vasca. Al mismo tiempo y sobre todo, son elecciones donde la crisis marca la agenda política: el paro es, con holgada diferencia, la primera preocupación de la ciudadanía vasca (más del 70% según el último CIS, la segunda siendo… la economía). A pesar de las fortalezas de Euskadi, sigue en aumento constante (más de 160.000 personas): nos recuerda que lo peor está por venir si no dejamos de lado este «austericidio», es decir todos aquellos recortes profundamente injustos, inmorales e ineficientes. Por otro lado, la crisis tiene como efecto colateral el enfrentamiento estéril entre patriotismos económicos con fuertes tintes conversadores e insolidarios. Por último, son de nuevo elecciones donde la crisis ecológica, uno de los detonantes de la crisis económica actual, pasa a segundo plano de la campaña. Sin embargo, lo decimos alto y claro: solo se podrá salir de la crisis con soluciones ecológicas y equitativas, por ejemplo a través de la creación de 45.000 ecoempleos.

D: La izquierda abertzale ha emprendido un proceso de cohesión entre ella.  ¿Crees que habrá gente que no entienda la aparición de un nuevo partido como Equo?

FM: Desde la ecología política, Equo ocupa un espacio político no cubierto por la izquierda socialista y abertzale cuyo remedio a todos los problemas pasa por la soberanía política y económica, y la creación de un Estado vasco. Sin embargo, nos toca vivir en un mundo donde las crisis ecológicas, sociales, económicas y migratorias no conocen ninguna frontera y se burlan de cualquier enfoque patriótico. Hoy vivimos en un mundo global e interrelacionado donde la soberanía nacional y el Estado-nación juegan papeles principalmente simbólicos pero totalmente inadecuados a los retos del siglo XXI. Dicho de otro modo, vivimos en un mundo donde todos y todas somos ecodependientes e interdependientes. Por eso, a la vez que es necesario luchar por la relocalización de la economía (a nivel de barrio, comunidades, ciudades, etc.), hace falta una visión profundamente europeísta. Ante los ataques de los mercados globales y la cruda realidad del cambio climático, es hora de jubilar el Estado-nación (sea cual sea) y transnacionalizar las políticas sociales, ecológicas y solidarias. Ante la diversidad y la heterogeneidad de nuestras sociedades, supone también apostar por la ciudadanía de residencia donde los derechos civiles, políticos, sociales o económicos depende de la residencia estable, y no de la pertenencia a una determinada nacionalidad. Equo es una respuesta transacional y sin fronteras a problemas locales y globales.

D: Pero en Gipuzkoa ¿no se ha parado la incineradora o el superpuerto porque Bildu ha llegado a las instituciones?

FM: Nos alegramos de que estas demandas de los movimientos sociales hayan sido escuchadas por Bildu. Dicho esto, también nos gustaría que Bildu pusiera tanto empeño en luchar contra puertos deportivos y ladrillazos inmobiliarios como los de Mutriku, que fueron iniciados ni más ni menos que por un alcalde de Batasuna años atrás. Pero sobre todo, la ecología política es mucho más que parar megaproyectos. Es también una lucha por un sistema fiscal justo y sostenible, de lucha contra el fraude fiscal e con impuestos a las personas y empresas que más tienen, no como la reforma de Bildu en Gipuzkoa pactada con el PSE y que el propio sindicato ELA ha calificado de caricatura. Es también una lucha por otra forma de entender la democracia real desde la búsqueda de consensos amplios y no desde la imposición. Es también una lucha por extender el concepto de solidaridad, más allá de los marcos nacionales, lo que supone una apuesta europea clara y contundente. Y es, sobre todo, la construcción de un modelo productivo y de consumo compatible con los límites ecológicos del planeta, capaz de generar buen vivir en el Norte y en el Sur, para las generaciones presentes y futuras. Como miembro del Partido Verde europeo, cuarto grupo político en el Parlamento europeo, Equo recoge esta visión política global y transformadora.

D: ¿Cómo está influyendo el auge del independentismo catalán en Euskal Herria? ¿Euskal Herria y Catalunya pueden ir de la mano? La opinión pública española cada vez apuesta más por la re-centralización, lo contrario que está sucediendo en Euskal Herria y Catalunya… ¿Hay solución?

FM: Sí, siempre hay soluciones y pasa por una mayor participación de la ciudadanía. Ella tiene que ser la protagonista. Es evidente que la constitución de 1978 está agotada y es evidente que el antagonismo entre nacionalismos «central» y «periféricos», que no son más que dos caras del mismo proceso centrífugo, solo atiza las diferencias en vez de buscar entendimientos. Lo que necesitamos es como en Islandia un proceso constituyente cuyo pilar es la participación ciudadana, la democracia real y la búsqueda de amplios consensos. Necesitamos más derecho a participar y, una vez hayamos participado y deliberado, derecho a decidir: no solo para el marco institucional e identitario sino también sobre qué modelo de desarrollo queremos en los ámbitos económicos, sociales y ambientales para dejar a nuestra descendencia un planeta vivo. La crisis es una crisis de valores, una crisis de civilización. Es demasiado profunda como para dejarla solo en mano de los partidos y de los políticos.

D: El soberanismo de CiU en Catalunya está corriendo un ‘velo’ sobre los planes de austeridad que el gobierno catalán está poniendo en marcha… Parece el clásico lucha social versus lucha nacional

FM: El nacionalismo económico ha vuelto con fuerza y, en este caso, desde posiciones particularmente insolidarias y conservadoras. Y lo más sorprendente es que no solo encontramos este discurso en fuerzas como CiU. La izquierda abertzale también lo utiliza, abanderando lemas como «España es nuestra ruina» o “Necesitamos soberanía para que España y los especuladores no nos lleven a la pobreza estructural”. Es un nacionalismo económico de las naciones ricas que mira a la España pobre como el Occidente mira al Sur. Es un nacionalismo económico que confunde a propósito un conjunto heterogéneo, como lo es España, con la clase explotadora responsable de la crisis. Es un nacionalismo económico que para salvar su pueblo promueve, de forma consciente o no, la insolidaridad con los otros pueblos que resultan ser más pobres. Lo cual no deja de ser totalmente contradictorio con otras aserciones suyas de solidaridad internacional. Dicho de otra manera: ¿salvamos a Grecia pero no a España? En estos momentos, necesitamos menos patriotismos, procedan de donde procedan. Al contrario, necesitamos más solidaridad y acumulación de fuerzas a nivel local, europeo y global entre colectivos y personas, residan donde residan, que sufren las mismas consecuencias de una crisis sistémica y proponen una salida sostenible y equitativa a la crisis.

D: Obtuvisteis en Araba los mejores resultados del Estadoel pasado 20-N. ¿Por qué?

FM: Primero, existe un caldo de cultivo del ecologismo político en Euskadi muy presente en el tejido social. Segundo, nuestro trabajo en los movimientos sociales, en los medios y en las redes que llevamos años haciendo en Euskadi (lo hacía antes Berdeak-Los Verdes que se integró en 2011 en Equo) está dando sus frutos. Tercero, existe en Álava un electorado muy cansado del monotema nacional e identitario, y que aspira a otras opciones políticas nuevas, frescas. Recordemos que en Euskadi la abstención fue del 30% en las últimas generales, muy por encima del resto del Estado. Marca un desencanto real de una gran parte de la ciudadanía vasca con los 4 grandes partidos (PNV, PSE, PP, Bildu) que han estructurado de una forma u otra la vida politica vasca.

D: Estas elecciones parecen una de las pocas oportunidades para que el ecologismo político entre en un Parlamento en el Estado español por un tiempo… ¿Percibís esa presión?

FM: Más que presión, es un gran reto. Un gran reto que genera mucha ilusión y que sería un paso adelante no solo para Equo en Euskadi sino para el conjunto del ecologismo político en el resto del Estado. Además es un gran reto que no afrontamos solos: el conjunto de Equo está volcado en estas elecciones mientras que recibimos apoyos de alto nivel a través de Iniciativa per Catalunya-Verds, Compromis (País Valencià), Europe Écologie-Les Verts y el Partido Verde europeo.

D: En los últimos dos años, a raíz del 15-M en el Estado, se ha incrementado la deslegitimación a la clase política tradicional. ¿EQUO se enmarca en esa tendencia?

FM: Existe una crisis de lo político muy profunda. Según barómetro del CIS a mediados de 2012, la clase política es ya de forma recurrente y con niveles históricos la tercera preocupación de la sociedad española después del paro y de los problemas de índole económica. Esta desconfianza en la clase política, marcada también por una alta abstención y un fuerte desinterés en las elecciones generales, no significa en absoluto un desinterés en la cuestión política y social en general: el 15M ha demostrado claramente que hay una generación que prefiere la rebeldía cívica a la apatía para que triunfe la “regeneración democrática” y la “democracia real”. Equo lleva esta visión en su ADN y apuesta por llevar la batalla en los comicios para devolver a la Politica su grandeza: la de gestionar el bien común desde la equidad y la sostenibilidad.

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Créditos imagen: bishoysblog


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