Que no nos vendan que el CETA es un acuerdo progresista

Por Florent Marcellesi, eurodiputado de EQUO / @fmarcellesi y los demás eurodiputados del “Progressive Caucus” del Parlamento Europeo

Artículo publicado en eldiario.es, el 16/10/2016

Cuando hace unos años las negociaciones comerciales transatlánticas se pusieron en marcha, tanto los líderes europeos como los americanos no lograron entender por qué despertaron una oleada de escepticismo en sus respectivas opiniones públicas. Prometieron que esta vez sería diferente al NAFTA, el Tratado de Libre Comercio Norteamericano. Éste terminó destruyendo puestos de trabajo en la industria, rebajando los salarios, desregulando la economía, y convirtiendo a Canadá, que en su día fue nación de pequeños agricultores, en uno de los mayores productores de transgénicos del mundo.

Ahora que el contenido del Acuerdo Económico y Comercial Integral UE-Canadá (CETA, por sus siglas en inglés) está acabado y publicado, se puede evaluar si estas críticas estaban fundadas o si eran parte del marketing político. Según la comisaria de Comercio, Cecilia Malmström, el CETA «elevará los estándares» y «creará puestos de trabajo». Chrystia Freeland, la ministra de Comercio de Canadá, va más lejos y dice que el CETA es un «acuerdo progresista» porque refleja “valores progresistas».canada

En realidad, si estas negociaciones tenían por objetivo subir el listón y crear riqueza distribuida equitativamente, debemos preguntarnos por qué se gestionaron de una manera tan opaca. Los miembros de los parlamentos, tanto a nivel nacional como a nivel UE, fueron excluidos de las discusiones, y el mandato negociador del Consejo -que establece las directrices para los negociadores de la Comisión- sólo se hizo público tras cerrarse el acuerdo. Continue reading «Que no nos vendan que el CETA es un acuerdo progresista»

El TTIP, contra nuestras necesidades

Por Florent Marcellesi, portavoz de EQUO en el Parlamento Europeo / @fmarcellesi

Artículo publicado en Alternativas Económicas, julio-agosto 2016.

Nos enfrentamos a una crisis global que es a la vez democrática, socio-económica y ecológica. De ahí que cualquier herramienta comercial que negocie la Unión Europea tendría que mejorar la calidad democrática de nuestra sociedad, disminuir la desigualdad y la brecha entre los más enriquecidos y más empobrecidos, y combatir de forma eficiente el cambio climático. Sin embargo, el TTIP va exactamente en el sentido contrario de estas premisas básicas.shoed-5-redimensionado

Primero, el TTIP propone crear un tribunal de arbitraje privado para resolver desencuentros entre empresas y Estados, el llamado ICS por sus siglas en inglés (Investment Court System). Este caballo de Troya de las multinacionales permitiría, por ejemplo, que un Estado tenga que indemnizar potencialmente a una empresa por querer aumentar el salario mínimo (como ha pasado en Egipto), por prohibir el fracking en su territorio (como en Quebec) o por querer defender la salud pública contra la industria del tabaco (como en Australia). Además, pretende crear el mecanismo de Cooperación Reguladora que permitiría a las grandes corporaciones presionar a los gobiernos y a la propia UE en la elaboración de cualquier ley que les afecte. Se trata de una pinza pre y post-legislativa perfecta para aumentar el poder de las multinacionales frente a las instituciones democráticas de la UE y sus Estados Miembros.
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