Hacia una España decisiva en la política climática internacional

Por Florent Marcellesi, eurodiputado de EQUO / @fmarcellesi

Artículo publicado en eldiario.es el 08/10/2018

Por primera vez, el calentamiento global ya ha alcanzado 1ºC. Si queremos limitarlo a 1.5ºC como establece el  Acuerdo Climático de París, los/as expertos/as climáticos/as internacionales no dejan dudas: hay que actuar más rápido y con más ambición. No solo para evitar los costes de una catástrofe humanitaria inimaginable sino también para aprovechar la oportunidad social y económica que representa ir hacia un modelo limpio y responsable. Desde España, recojamos el guante lanzado por la comunidad científica y seamos líderes de esta transición justa y ecológica en Europa. El nivel de ambición de nuestro país puede ser realmente decisivo. Veamos por qué y cómo.

 ¿Qué nos dicen los científicos internacionales?

Lo primero de lo que nos alerta el comité de expertos/as en su informe es de los enormes impactos de un aumento de temperatura de más de 1,5ºC en términos de costes sociales, económicos y ecológicos. ¿Os imagináis una Andalucía sin olivos, una Rioja sin vino, una Valencia sin naranjas o un Euskadi sin playas? Con una temperatura media 2ºC más alta, esto deja de ser una hipótesis. Gran parte del sur de España se convertiría en un desierto de aquí a finales de este siglo, con sus incalculables consecuencias sobre el empleo, la economía y la cultura de los territorios afectados. Si no actuamos de forma rápida y eficaz, los migrantes climáticos de las próximas décadas en Europa serán trabajadores y ciudadanos del sur español.

Al mismo tiempo, los expertos nos mandan una buena noticia: todavía estamos a tiempo de cumplir con el Acuerdo de París. Y sobre todo, conseguirlo abriría nuevas oportunidades sociales y económicas inauditas. Además de reducir las olas de calor y proteger la biodiversidad que sustenta nuestra supervivencia, ahorraríamos 26 billones de euros, crearíamos 18 millones de puestos de trabajo netos en sectores sostenibles y evitaríamos 150 millones de muertes en el mundo por contaminación atmosférica.

Para lograrlo, es necesario dar un gran salto en el nivel de ambición. Frente a las insuficientes políticas de reducción de emisiones actuales que nos llevan a un aumento de temperatura de unos 3ºC, medidas sin precedentes son necesarias y pasan por transformar profundamente el sector de la energía, la industria, el transporte y la agricultura. Necesitamos una transición rápida hacia una energía 100% renovable, la eliminación definitiva de los combustibles fósiles empezando por el carbón, reducir las emisiones que provienen de la ganadería y la agricultura, así como aumentar la capacidad de nuestros bosques y tierras de cultivo de eliminar el carbono ya en la atmósfera. En paralelo a estas políticas públicas, cambiar nuestro modelo de vida es una prioridad: contratar energía verde,  reducir nuestro consumo de carne o movernos de forma sostenible tendrían un gran impacto positivo sobre nuestra salud y nuestro entorno.

Liderar la necesaria ambición

Tras la decisión de Donald Trump de sacar a EEUU del Acuerdo de París, la falta de liderazgos climáticos a nivel internacional  quedó patente durante las últimas cumbres internacionales. Esto no puede durar: la UE tiene la capacidad y la responsabilidad  de liderar la necesaria ambición internacional que nos permita limitar el cambio climático y aprovechar las enormes oportunidades que eso supondría. En este sentido, la estrategia europea de descarbonización que será aprobada a finales de noviembre debería estar a la altura de nuestros compromisos internacionales, ser nuestra carta de presentación en la próxima cumbre climática (COP24 en Polonia) y servir como hoja de ruta para alinear todas las legislaciones sectoriales y nacionales al enorme reto que tenemos por delante.

Sin embargo, la UE no termina de dar el paso al frente que la situación requiere. Si bien el Parlamento Europeo muestra ambición pese a las presiones de los partidos conservadores y de los lobby automovilísticos, energéticos y del agrobusiness, los Estados Miembros frenan por su parte un salto cualitativo de la política climática europea. Y aquí es donde España puede propiciar un punto de inflexión. Al igual que con el 8M el movimiento feminista español está empujando al resto de Europa hacia la igualdad de género, demos el empujón que Europa necesita hacia la justicia climática.

A nivel institucional y tras el cambio de gobierno, España puede decantar la balanza dentro de la UE hacia la transición ecológica. Ahora que ha eliminado el impuesto al sol, el Gobierno español todavía puede ir un paso más allá. Puede aumentar su ambición de reducción de CO2 de forma ejemplar de cara a sus socios europeos antes de COP24, impulsar una ley de cambio climático realmente ambiciosa y transversal, y terminar de una vez por todas con  las subvenciones a las energías sucias que tanto dificultan la transición energética en nuestro continente.

A nivel político el cambio climático lo cambia todo. Guste o no, condiciona cualquier política económica, de empleo, de igualdad o de salud seria. Para ello, el ciclo electoral español que se abre el próximo 2 de diciembre en Andalucía y que incluye elecciones locales, autonómicas y europeas en mayo del 2019, y en algún que otro momento generales, no puede ser otro que el ciclo electoral del cambio climático. Como país tan negativamente afectado por el calentamiento global, es una cuestión de responsabilidad.  Desde las ciudades que salvan vidas hasta una Europa cuyo futuro será negro si no logra ser verde, el debate político y democrático debe atender al mayor reto que la humanidad enfrenta en este siglo XXI.

Por último, a nivel social la ciudadanía española tenemos una gran responsabilidad por delante: asegurar que nuestros representantes y todos y cada uno de nosotros/as seamos parte de la solución. Ya sea en las opciones políticas que escogemos, en nuestra capacidad de acción colectiva o en nuestro consumo diario, tenemos armas masivas de acción climática local y global.

Sí, España puede ser decisiva en la política climática europea y, por tanto, internacional. Estemos a la altura.

 


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