La esquizofrenia progresista de la sociedad israelí

Florent Marcellesi (@fmarcellesi), Portavoz de EQUO en el Parlamento Europeo, que visitó del 20 al 24 de julio del 2015 Israel y Palestina con una delegación de Los Verdes Europeos.

Artículo publicado en Público el 22 de julio del 2015.

israel-protest che guevara

Recién llegado a Israel, la agenda está cargada de reuniones con autoridades políticas y organizaciones de la sociedad civil, así como visitas al terreno. Las emociones se agolpan, tanto como las preguntas. Todo por entender en esta región tan espinosa, como compleja.

Sábado 18, mi primera reunión es con Aya Shoshan, activista del movimiento indignado en Israel. Conocido como el “movimiento de las tiendas”, este movimiento surgió y se manifestó principalmente en 2011, siguiendo los pasos del 15M. Miles de jóvenes plantaron sus tiendas en las principales ciudades israelíes, reclamando una vivienda digna a precio asequible. Rápidamente el movimiento fue evolucionando para criticar las fuertes desigualdades sociales en Israel.

El movimiento indignado israelí tuvo grandes similitudes con el 15M español: en primer lugar, el hartazgo con las élites de su país, y en segundo, el respaldo de sociedad israelí hacia sus demandas. En Jerusalén se produjeron numerosas manifestaciones, llegando a reunir a medio millón de personas en una de ellas. Esto es sacar a la calle el 16% de los 8 millones de habitantes de Israel.

Sin embargo, a diferencia del 15M, “el movimiento de las tiendas” se centró principalmente en aspectos sociales en Israel y solo tocaron de manera tangencial el cuestionamiento del actual modelo democrático representativo y la corrupción. Israel, al igual que otras sociedades llamadas desarrolladas, se enfrenta a una injusticia social y desigual redistribución de la riqueza cada vez mayor. Desigualdades ocultadas aquí desde la derecha, en aras de la seguridad nacional y la política exterior.

El levantamiento inicial de la juventud, tanto en Israel, como en España, hunde sus raíces en una burbuja inmobiliaria, que en su espiral de especulación, ha excluido (y sigue excluyendo) a la gran mayoría de los jóvenes del acceso a una vivienda digna. Estas protestas, que empezaran en España con las primeras sentadas por el derecho a la vivienda en 2006 (V de Vivienda, Plataforma por una Vivienda Digna…), fueron el caldo de cultivo de la explosión social del 15M y de las tiendas israelíes. Reivindicaciones, si hoy no tan visibles, aún sin resolver.

En Israel, el “movimiento de las tiendas” logró poner en la agenda mediática y política demandas sociales ignoradas por la clase gobernante. Y al igual que el 15M, su mayor mérito fue penetrar profundamente en el sentir ciudadano. Según me cuenta Aya, fue un punto de inflexión hacia un cambio cultural y de mentalidad. Israel ha visto la realidad que viven los jóvenes y aquí muchos mitos se han roto.

A diferencia de España, “movimiento de las tiendas” no ha dado lugar a la creación de un partido político. Las cabezas visibles del movimiento terminaron presentándose como independientes en partidos ya existentes. Dicho en palabras post-15M, la hegemonía cultural no ha dado paso a una lucha por la hegemonía política.

Tents

Le pregunto a Aya cómo se posicionó este movimiento frente al conflicto entre Israel y Palestina. “Para bien y para mal, se mantuvo al margen”. Me cuenta que para bien, porque por fin se podía hablar de otra cosa en Israel. El conflicto monopoliza toda la atención política y mediática, mientras los problemas cotidianos de la mayoría de la población y los problemas ambientales son ignorados, normalmente para beneficio de las élites locales. Sin embargo, para mal, esta distinción entre luchas no permitió relacionar la lucha por la justicia social, con la lucha por la justicia entre pueblos. Dos mundos separados, estancos: una solidaridad limitada en el espacio.

En Israel existe hoy una contradicción muy clara, aún más desde el “movimiento de las tiendas”: se puede ser (muy) transformador en las cuestiones sociales internas al país y (muy) conservador en la cuestión israelo-palestina. Mientras que el “relato de las tiendas” ha surtido efecto para reclamar una mayor justicia social en Israel, el “relato del miedo” (en cuestiones de seguridad, asentamientos, política exterior) es por desgracia cada vez más mayoritario y transversal en este mismo país. La sociedad israelí vive de esta manera una verdadera esquizofrenia: progresista hacia dentro y reaccionaria hacia fuera. Doctor Jekyll y Mister Hyde.

El reto es, por tanto, de gran magnitud, para construir al mismo tiempo un Israel digno hacia dentro (es decir basada en la justicia social) y hacia fuera (es decir respetuosa de las leyes internacionales y en paz con el pueblo palestino). Y eso requiere un relato único donde la sociedad israelí asuma que la solidaridad no tiene fronteras. Justicia social y justicia territorial van de la mano.


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