El decrecimiento: de la utopía a la necesidad

comer tierra

Por Florent Marcellesi, coordinador de Ecopolítica y coautor del libro “Adiós al crecimiento. Vivir bien en un mundo solidario y sostenible” (El Viejo Topo, 2013).

Artículo publicado en el número 3 de La Marea (marzo 2013).

El crecimiento no es la solución, es el problema. En tiempos de recesión, la sociedad del crecimiento nos conduce al colapso económico y, en tiempos de bonanza, nos lleva directamente al colapso ecológico. Este “dilema del crecimiento” se traduce o bien en tasas de paro y de pobreza socialmente inasumibles cuando la economía se hunde, o bien en la dilapidación acelerada de los combustibles fósiles, mayor cambio climático, crisis alimentaria y perdida de biodiversidad cuando la economía rebrota. Para salir de esta “encrucijada del siglo XXI”, no nos valen ni el austericidio ni un nuevo “pacto de crecimiento” (incluso pintado de verde), por cierto ambos impuestos desde arriba.

De todas maneras, ya no se trata únicamente de una cuestión ideológica. Que guste o no, y por mucho que mejore la tecnología, la era del crecimiento ha terminado. La decadencia estructural del crecimiento del PIB —desde los niveles altos de los años 70 (¡hasta 8% en España!) a niveles bajos o negativos en estos momentos— indica que los países de la OCDE, incluido el nuestro, van a salir del breve periodo de su historia en que su modelo económico, la paz social y el progreso se basaba en un aumento continuo e insostenible de las cantidades producidas y consumidas.

Ante esta realidad, es hora de poner en macha una “prosperidad sin crecimiento”, entendida como nuestra capacidad de vivir bien y felices dentro de los límites ecológicos de la naturaleza. Esta tercera vía se basa en las siguientes premisas mínimas: redefinir de forma colectiva lo que llamamos riqueza y necesidades; reducir nuestra huella ecológica hasta que sea compatible con la capacidad del planeta; redistribuir el trabajo, las riquezas económicas, los cuidados, la tierra y los recursos naturales en base a la justicia social y ambiental; relocalizar la economía en circuitos cortos de consumo y producción; y desmercantilizar gran parte de nuestras actividades.

Para alcanzar estos objetivos, tenemos que ejercer el poder que está en nuestras manos. Desde abajo y de forma cooperativa, existen numerosas iniciativas de soberanía alimentaria y agroecología, autosuficiencia energética, banca ética, monedas locales, ciudades en transición, etc que desafían diariamente al coloso liberal-productivista con pies de barro y construyen ya la transición social, ecológica y ética de la sociedad. Este profundo cambio requiere además tejer redes entre todas estas “islas alternativas” para que se vayan conformando en archipiélagos, continente y, ojalá un día, en sistema-mundo.

Solo tenemos un Planeta pero muchas generaciones presentes y futuras: esta gran transformación no es una utopía, es una necesidad.

Texto disponible también en italiano y en inglés.

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12 thoughts on “El decrecimiento: de la utopía a la necesidad”

  1. Estupendo artículo Florent. Con una capacidad de síntesis envidiable. Estoy totalmente de acuerdo con los planteamientos que formulas. Lo que me parece más destacable es el matiz que introduces respecto a que es una necesidad, no es un deseo, ni una utopía, es la única vía de sobrevivencia de la especie humana. Sólo nos queda esperar que no nos demos cuenta tarde.

  2. Ahora el dominio y la explotación de la vida, sea lo que sea esta, es realmente una construcción como una práctica política, milenaria. La pregunta, hay lugar para una política, una práctica social cultural de sustentación y reproducción social, que se funde en el respeto, la comprensión de la vida.
    Y si la hay, o de haberla, es evidente que no podrán ser, por medio de las tradicionales practicas mantenidas por las clases políticas, encargadas desde siempre de la gestión política.
    La política de existir, tendrá que ser un ejercicio activo, participativo de toda la comunidad, de todos aquello que se reconozcan en la vida, como sujetos vivos independientes y autónomos.
    La violencia del sistema, la explotación y pérdida de nuestra subjetividad, con la anulación, atrofia incluida, son cosas esenciales, del sistema actual de producción y reproducción social cultural.
    Nuestro sistema económico está fundado, en esta enajenación anulación de la autonomía y la independencia subjetiva, de los subordinados, al ser todos dependientes y subordinados del sistema. Todos hemos perdido mucha parte de nuestra autonomía y subjetividad, independencia mental, ya que es a través del medio vivo, paradojalmente, por el que se da y sostiene la explotación.
    Solo un individuo libre, autónomo, totalmente independiente, en manejo y plena disposición de su subjetividad, se pude mover, fundándose en sus propios principios, y capacidades, hacia la realización y participación comprometida con su mundo, con su vida.
    Mientras esto no suceda, será movido y empleado por el sistema, para actuar en contra de sus interese y vida, en la media de la perdida y el sacrificio de su independencia y autonomía.
    He pensado en varios modelos mentales, subjetivos, de implementación social cultural, para romper, alterar, esta dependencia, decadencia subjetiva.
    Pero a nadie parce interesarle, ni importarle la libertada y autonomía subjetiva de los individuos. Y mientras esto no se cree, fomente, como posible, de alguna forma, seguiremos sometidos a los dictados y progresos del desarrollo económico enajenante que nos llevan al suicidio.
    Hay muchas maneras de poder romper con la cadena del sometiendo, en que se da la reproducción social cultural política de nuestra debacle, con esta dependencia cognitiva. Dada la posibilidad de apropiación, por parte de los damnificados y las victimas, de los propios instrumentos, de la explotación y el sometimiento cognitivo.
    Pero para esto se precisa conformar un núcleo o pequeño equipo de trabajo.
    Yo me encuentro desocupado en este momento, pero estoy seguro que se puede generar, disparar otra realidad, a partir de romper con el sometimiento subjetivo.
    Y esta rotura solo se puede dar y establecer a partir de realmente enriquecer, fuertemente el espacio y el tiempo, como el medio, la ecología cognitiva, en el que se mueve desplaza cotidianamente la población.
    La lucha cognitiva, el enriquecimiento cognitivo, el golpe del despertar subjetivo, se tiene que dar, en trenes, plazas, calles, sobre las veredas, en cárceles, escuelas y universidades, hospitales y dependencias públicas.
    Ya que una subjetividad independiente y autónoma, es la que pude romper con sus determinaciones, dependencias y subordinación al sistema, que le explota le empobrece. Y a esta subjetividad hay que alimentarla, en tanto que crearle el clima, las mínimas condiciones para que despierte y nazca.
    Ya se cabo la era de los liderazgos y de los partidos políticos que someten, manipulan, explotan, dominan a la gran masa de sujetos dependientes y aplastados, por medios de sus instrumentos, aparato tecnológicos cognitivos.
    Es hora de un sujeto autónomo, independiente y maduro, que ya no necesita ser guiado, gobernado, reprendido, educado, para actuar contra su vida y su mundo, como los niños chicos.
    Un saludo.
    Eduardo Coli.

  3. El planeta se autoregula o autoabastece , bueno, esa no son las palabras exactas que leí hace tiempo, pero no le damos tiempo a regularse, a que fauna y flora se regenere.

    La codicia humana, el querer más, el estar por encima de todos o el puto poder, hace que el planeta esté como está.

    Cada año en Málaga, por poner un ejemplo, nuestro turismo supuestamente es el sol, el clima, el espeto y la cañita, pero no habéis visto como están las playas!. Por las mañanas temprano es posible no encontrarse depósitos humanos o compresas con alas flotando. Es verdad que estoy pecando de dar mala imagen a esta ciudad pero es que año tras año no hacemos nada. Repercutirá en el medio pero también en lo económico de la zona. Por que tiramos los lodos, la mierda con productos variados, a nuestro mar, donde nacimos, ese caldo de cultivo que como lo estropeemos, vamos a pasarlo mal. Ahí hay seres que podrían ayudar a combatir ciertos males, etc.

    Por ahí leí que una persona tiene hijos porque el estado subvenciona a cada hijo, UK me parece que era, y con eso madre e hijo podrán vivir. Vamos por favor!

    Bueno, si ni cuidamos nuestro entorno como leches vamos a cuidar el número de población. Cada individuo es el que elige que hacer con su vida y además si en este gran planeta las personas son libres de hacer y vivir como quiera pero con unas ciertas reglas.

  4. Espléndido resumen de la situación, del problema y de la solución. Lo único que me produce rechazo es el término «austericidio», que literalmente quiere decir «matar a una persona austera».

    Por desgracia el término ha tenido cierto éxito entre la izquierda (Gaspar Llamazares, p.ej. lo usa con mucha frecuencia), pero a parte de su evidente inadecuación etimológica, le veo dos problemas políticos adicional: está dando por buena la identificación de «austeridad» con las políticas actuales de expolio, de recortar por un lado en servicios sociales y gastos social en general con la excusa de «tenemos que ser austeros» y por otro lado regalar miles de millones de euros a la banca y otros sectores capitalistas y endeudar febrilmente al Estado (¿desde cuándo el endeudamiento es compatible con la austeridad?!?!). Por otro lado les hacemos un favor ocultando detrás de tal palabro lo que no deja de ser una política de trasvase gigantesco de dinero público a unas pocas manos privadas. Llamemos a las cosas por su nombre: eso también es parte del necesario cambio.

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